El Ecomuseo Minero del Valle de Samuño es una irrepetible oportunidad para adentrarse en las entrañas de una mina real, sentir su humedad, su olor, y hacerse una ligera idea de cómo es el ardúo trabajo de un minero.
Si algo tiene Asturias arraigado a su historia es sin duda, la mina. Asturias no solo son verdes prados y profundos valles, impresionantes montañas o bucólicas playas. Asturias también es mina, está teñida de carbón, del esfuerzo de aquellos hombres y, en ocasiones no tan hombres, que bajaban a las entrañas de la tierra a arrancar piedras negras.
Raro es encontrar a algún asturiano que no tenga o haya tenido algún familiar minero. Llevamos la mina en la sangre, nos emocionamos y soltamos la lágrima cuando escuchamos Santa Barbara Bendita. La mina forma parte de nuestra historia, de quiénes somos.
Por tanto si eres asturiano o estás de visita en el Principado, no debes pasar la oportunidad de conocer un trocito de nuestra historia.
El Ecomuseo del Valle de Samuño no solo es la ocasión para hacerlo, sino un viaje en sí hacia al pasado.
Recorrer la sala de máquinas, equipada con los compresores y maquinaria original. Admirar el Castillete, construido en 1930, pasear por los vestuarios, detenerse a escuchar el singular método de fichajes dentro de la Lampistería o pararse a contemplar la ventana de la Pagaduría, donde los trabajadores recibían el sueldo cada viernes, tras hacer cola, lloviese, ventase o al calor del sol, ya que no se les permitía su entrada en las oficinas, son en su conjunto una de las experiencias que más me ha gustado y emocionado. Quizás porque mi bisabuelo era minero, uno de tantos que salió una mañana de casa, y nunca regresó.
"En la planta catorce del pozo minero
de la tarde amarilla tres hombres no volvieron
hay sirenas, lamentos, acopasados aies
a la boca del pozo."
La Planta 14 - Víctor Manuel
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